lunes, mayo 26, 2008

...un recuerdo para hoy

Hoy 26 de mayo, celebramos un cumpleaños distinto, recordando a nuestro querido amigo. Y lo hago con estas palabras de Neruda que, de algun modo, reflejan lo que debemos hacer con nuestra actitud hacia nuestros seres queridos día a día tal como Yerko nos dijo hace un tiempo atrás...Yo no elijo mis circunstancias, pero sí puedo elegir la forma cómo administro mis emociones, cada día y cada minuto. Un abrazo a todos y en especial a Camilo... en algún rincón del cielo.
Lucho
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Queda prohibido llorar sin aprender,
levantarte un día sin saber que hacer,
tener miedo a tus recuerdos.
Queda prohibido no sonreír a los problemas,
no luchar por lo que quieres,
abandonarlo todo por miedo,
no convertir en realidad tus sueños.
Queda prohibido no demostrar tu amor,
hacer que alguien pague tus deudas y el mal humor.
Queda prohibido dejar a tus amigos,
no intentar comprender lo que vivieron juntos,
llamarles solo cuando los necesitas.
Queda prohibido no ser tú ante la gente,
fingir ante las personas que no te importan,
hacerte el gracioso con tal de que te recuerden,
olvidar a toda la gente que te quiere.
Queda prohibido no hacer las cosas por ti mismo,
tener miedo a la vida y a sus compromisos,
no vivir cada día como si fuera un ultimo suspiro.
Queda prohibido echar a alguien de menos sin
alegrarte, olvidar sus ojos, su risa,
todo porque sus caminos han dejado de abrazarse,
olvidar su pasado y pagarlo con su presente.
Queda prohibido no intentar comprender a las personas,
pensar que sus vidas valen mas que la tuya,
no saber que cada uno tiene su camino y su dicha.
Queda prohibido no crear tu historia,
no tener un momento para la gente que te necesita,
no comprender que lo que la vida te da, también te lo quita.
Queda prohibido no buscar tu felicidad,
no vivir tu vida con una actitud positiva,
no pensar en que podemos ser mejores,
no sentir que sin ti este mundo no sería igual.
Pablo Neruda

viernes, mayo 23, 2008

...la sub 17...




Ahora que está en boga la sub 23, nosotros también tuvimos nuestras selecciones en aquellos partidos que jugamos en la cancha de los talleres.
Este lugar estaba asfaltado y era apto para jugar Básquetbol o Voleibol, además, como quedaba semioculto de los pasillos, podíamos permanecer bastante rato en ella, sin que alguno de los profesores te observaran a la pasada.
En aquella cancha, una suerte de patio trasero de la Sede, se encontraba junto al pañol de mantenimiento y las antiguas calderas. Muchas veces era habitual encontrarnos con el Monito Lombardi, un obeso auxiliar de pelo corto y voz ronca que, con cigarro en mano mantenía y vigilaba el lugar. Hasta el día de hoy, no tengo muy claro cual era la función que desempeñaba, pues asumía arbitrariamente como el jefe de todo el grupo de auxiliares. Otro de los ordenanzas que frecuentaba el lugar era el Chumingo, con su característico bigote estilo Cantinflas, que siempre nos tenía algún balón guardado para poder jugar.
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Aquel recinto tenía otro encanto particular, sobre todo para las clases de Educación Física femeninas. En esas ocasiones, era interesante y educativo asistir a observar como hacían gimnasia las niñas, a quienes mirábamos reflexivos y absortos sentados desde la escala de acceso, mientras saltaban el cajón o hacían volteretas, luciendo aquellas pudorosas, sobrias y por sobre todo nada-de-sugerentes mallas negras, todo esto en el tiempo justo antes que la profesora se diera cuenta y nos echara del lugar. Debo reconocer que aquí la memoria me desorienta un poco ¿cuál era su nombre?
En los recreos, especialmente en el de las 13:15 hrs., la usábamos más seguido. Este descanso era más largo que los otros dos, ya que eran veinte minutos que servían para pasar un buen rato jugando al reloj con la pelota de básquetbol. Después de esto llegábamos acalorados, agitados y muy transpirados a la sala, a la hora de la canícula. Naturalmente, no dejábamos un muy buen olor en su interior, lo que provocaba serias discusiones con las damas.
En cuarto medio organizamos, el Triangular Intercomunal Deportivo Interino, que incluyó competencias de Baby Fútbol, Básquetbol y Voleibol. Los equipos se formaron de acuerdo a los diferentes lugares de procedencia, entre los residentes de las comunas de Valparaíso, Viña del Mar y los del Interior Unido, que comprendía desde Quilpué hasta Quillota. Hubo largas jornadas que se vivieron sufriendo por los puntos del campeonato y los diferentes encuentros jugados, aunque nunca se determinó quien había resultado ganador del torneo.
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En los límites del recinto del colegio, mirando hacia el Este, y cercano al camino del Olivar, estaba la cancha grande –la de tierra– en la que se efectuaban los encuentros de Fútbol y algunas actividades de atletismo.
El lugar estaba circundado por eucaliptos, aromos y espinos que salpicaban el acogedor y natural entorno, brindando, a veces, la sombra necesaria que nos permitía disfrutar de esos amenos torneos vespertinos.
En un par de ocasiones nos hicimos de una grabadora y los partidos fueron grabados, siendo el relator Manfredo Navarro, apoyado por Yerko, en los comentarios y mi contribución en la locución comercial. El negro Navarro, viñamarino y Evertoniano hasta el día de hoy, tenía una habilidad propia de los relatores radiales e impresionaba con la facilidad que relataba aquellas justas deportivas. Por su parte, Yerko complementaba la crónica con sabrosas acotaciones de rigor.
Mi paso por el equipo de fútbol del curso no fue muy afortunado, mis habilidades tampoco eran muy buenas, por lo que mi pase no era muy cotizado y la mayoría de las veces estuve en la banca.De todos modos, vaya entonces mi mención para el equipo de todos los tiempos, que fue conformado por Claudio ‘Chino’ Leiva al arco, en la defensa Jorge ’Maleta’ Malebran, Camilo Vallejo, Víctor ’Paco’ Gaete; en el medio campo Manuel ’Jalil’ Baeza, Pablo ’Cabezón’ Fica, Franz ’Rucio’ Bevensee y Gabriel ’Rana’ Saavedra; y en la delantera Rodrigo ’Ñete’ Ramírez, Marco Peña y Ricardo Valenzuela, que igual que Cazselly, hacia las veces de lauchero, metiendo los goles necesarios. Cuando no relataba Manfredo integraba el equipo jugando en la delantera también.
(del libro Para bien de Todos. Cap.9)

jueves, mayo 22, 2008

...esperando la micro


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En la medida que los días se fueron sucediendo, nos fuimos soltando e integrando gradualmente y, por supuesto, comenzaron los pequeños grupos de amistades.
Los primeros corrillos se crearon, principalmente, al juntarnos los que veníamos de zonas similares, en los recreos y después a la hora de salida en la parada de buses. Así, fueron ocurriendo anécdotas, que son dignas de mencionar, ahí junto a aquella pasarela, que muy pocos ocupaban para cruzar el camino troncal.
La espera de la micro en aquel lugar, sentados en los peldaños de la escala de aquella metálica estructura, siempre fue entretenida y no faltaron ocurrencias. Dos en particular recuerdo le ocurrieron a Miguel López.
La primera aconteció en el mes de Octubre del año 1975, a poco terminar la Primera Vuelta Ciclista a Chile.
Una tarde, divisamos por el camino troncal desde Viña del Mar, a un pobre hombre que venía pedaleando, apenas, en aquellas viejas y pesadas bicicletas de media pista de la época -de fierro por supuesto-, dirigiéndose hacia Villa Alemana. Eran cerca de las tres de la tarde y el improvisado ciclista, después de haber subido dificultosamente el Jardín Botánico, aun le quedaba Paso Hondo y luego otro penoso ascenso hacia el interior. Pues bien, el individuo pasó quejumbroso y visiblemente cansado, enfrente de nosotros. Deliberadamente y sin aviso, Miguel saltó a la calle y le grita casi encima de su rostro… ¡¡Un chileno, un chileno!! – imitando al famoso grito de Pedro Carcuro al ver entrar a Jaime Vera, ciclista chileno, al Estadio Nacional, en la final de aquella vuelta en Santiago días atrás.
Nuestra risa fue inmediata. Estábamos algunos habituales del interior Marco Peña, Ricardo Valenzuela, Yerko y Radomiro.
El tipo se sorprendió esquivando a López y tratando de no perder el equilibrio, con el pequeño envión que ya había logrado en esa pequeña planicie que se formaba en el camino, pero no se detuvo hasta pasado unos metros más allá del semáforo existente, donde, un poco más repuesto de la impresión, se bajó de su vehículo y se dirigió a López diciéndole: ¡¡Grita ahora p’oh, hueón!! – y abordando su pesado velocípedo siguió su camino.
Otra de las rutinas que acostumbrábamos, en aquel lugar, era la de golpear los vidrios de aquellas micros que, al detenerse, dejaban frente nuestro a algún adormilado pasajero rumbo a su hogar. El segundo percance también lo protagonizó López.
En una de esas detenciones, se sintió tentado en despertar a un hombre que venía plácidamente tumbado hacia la ventana. Con la palma de la mano golpeó el cristal produciéndose un fuerte ruido y una inmediata respuesta en el amodorrado pasajero, que despertó sobresaltado, miró desconcertado a su alrededor, detuvo su vista frente nuestro y levantándose se dirigió a la salida del micro.
Desde abajo la escena se apreciaba tragicómica, al ver como decidido, nuestro personaje avanzaba hacia la puerta y pedía al chofer que detuviera el bus para poder bajar. El vehículo llevaba ya se encontraba en movimiento. Nosotros empezamos a reírnos, ya no del pasajero, sino de Miguel, el cual había cambiado la expresión de su rostro y la hilaridad inicial de su broma, había desaparecido y, por el momento, más parecía de temor, preguntándose en su interior que represalia podía venir de parte del individuo. La micro finalmente se detuvo y el hombre bajó, se acercó a López y enfrentándolo le dijo… -¡Gracias por despertarme, aquí me bajaba!…- y tranquilamente se dirigió rumbo hacia Canal Chacao.


(del libro Para Bien de Todos. Cap.6)

martes, mayo 20, 2008

...a propósito de la locomoción...

Selección de dibujos de algunas micritos "tomadas prestadas " http://www.museobartour.tk/ Que no se enoje el autor... es solo para recordarlos.
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Por su estratégica y particular ubicación, los alumnos de nuestro colegio nunca fueron del agrado de los choferes de la locomoción colectiva que, en la mañana viajaban llenos de estudiantes desde Peña Blanca y Villa Alemana hacia Valparaíso y que, por la tarde, ya regresaban completos con su carga de escolares hacia el interior.
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Acá, espero que tampoco se enojen en la página de www.chilebuses.cl porque también tomé "prestada" esta foto para recordarles a mis amigos este tipo de buses. La señora de la foto es mi tía*
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Desde el año 1971, cada chofer de la provincia de Valparaíso, recibía un sueldo vital y medio como venta fija de boletos, más un incentivo por turno trabajado. Con esto se puso fin al sistema -intolerable- en uso hasta el año anterior, en el cual el chofer veía en el estudiante que paga una tarifa menos a un enemigo de sus intereses. Sin embargo, después de cuatro años las dificultades e inconvenientes con los choferes no habían disminuido.
Para los que vivíamos en la zona interior, nos enfrentábamos diariamente con las micros de las líneas Sol del Pacífico e Intercomunal –las únicas de entonces- y debíamos pugnar para que nos llevaran por las mañanas pagando la no despreciable suma de 30 escudos. En contraposición a esto, los residentes del sector costa –Viña del Mar y Valparaíso- tenían algo más de posibilidades de traslado pues, además de las mencionadas líneas, existían la número 4, de la empresa Central Bus, (todavía no asociada a la desaparecida línea Placeres, aquellos buses de color amarillo) y los buses Mercedes Benz número 62A de la Empresa de Transportes Colectivos del Estado, la E.T.C.E., que se destacaban por su motor trasero y sus plásticos asientos moldeados un tanto incómodos, pero algo futuristas, que llegaban hasta la Población Canal Chacao, vecina al colegio.
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La cantidad de estudiantes que podía llevar cada micro era limitada. El Ministerio de Transportes había determinado en quince escolares la cuota que debía y podía transportar cada máquina. Para ello, se había diseñado un panel metálico, de un color verde martillado, con la cantidad similar de divisiones que se ubicaba en la parte delantera del micro, generalmente atornillada en la separación del parabrisas. En este casillero, cada uno de nosotros debía dejar su carné y retirarlo a la bajada. En ocasiones, al detenerse la micro y abrir sus puertas, con solo mirar el artilugio sabíamos si nos quedaba la posibilidad de ser trasladados. Sin embargo, algunos indignos, canallescos e incalificables choferes completaban las vacías bandas del aparato con sus permisos de circulación, padrones o algún carné extraviado y así, la cantidad de escolares dentro de la micro pocas veces era la real.Esto solo sucedía con los buses intercomunales, no así con las locales de Viña. Aquellas líneas no les pedían dejar el citado documento retenido y además que los horarios de traslado no eran de alta demanda de pasajeros. Tal situación nos hizo llegar muy al borde de la hora de entrada en las mañanas y a almorzar a nuestra casa en las tardes, a veces, después de las cuatro de la tarde.

(del libro Para bien de Todos. Cap. 1)

lunes, mayo 19, 2008

...gracias


de izquierda a derecha... los papás de Maribel, los de Pablo, mis papás y la mamá de ???
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Esta fotografía me la envío la Maribel hace algunos años atrás. En ella aparecen nuestros progenitores en la fiesta de graduación del 16 de diciembre del año 1978 y por la cantidad de botellas en la mesa, parece que lo pasaron mejor que nosotros.
Hoy, hago un recuerdo a todos los papás de nuestro curso, los que están y los que nos han dejado, pues por ellos fue que estuvimos en el colegio.
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El mejor legado de un padre a sus hijos es un poco de su tiempo cada día.
Battista

viernes, mayo 16, 2008

...y el cumpleaños atrasado

...y como lo prometí, debo enmendarme por no habar saludado a mio gran amigo Yerko, que estuvo el 13 de cumpleaños.

Gran recuerdo de aquellos años de colegio, al compartir nuestra afición por los aviones y datos de la Segunda Guerra. Ya lo mencioné anteriormente, agreguemos a eso un excelente dibujante y caricaturista, profundo pensador y muy acertivo en sus juicios.

Feliz cumpleaños -atrasado- amigo, y de regalo, quien más sino nuestro gran Séneca, para su comentario... En tres tiempos se divide la vida: en presente, pasado y futuro. De éstos, el presente es brevísimo; el futuro, dudoso; el pasado, cierto.

Lucho

...el cumpleaños de hoy

Danza lentamente
Autor desconocido
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Es tan fácil perder de vista lo que es importante...
danza lento...
¿Alguna vez, escuchaste el sonido de la lluvia cuando cae al suelo?
¿Alguna vez seguiste el vuelo errante de una mariposa? ¿O, fijaste tu mirada en el crepúsculo solar?
Es mejor disminuir el paso, no dances tan de prisa...
El tiempo es corto, la música va a terminar....
¿A través de cada día corres o vuelas?
Cuando preguntas, ¿Cómo estás? ¿Escuchas la respuesta?...
Cuando el día termina, ¿quedas acostado en la cama, con los próximos quehaceres rondando por su cabeza?
Es mejor disminuir el paso.
No dances tan de prisa.... el tiempo es corto, la música va a terminar...
¿Alguna vez dijiste a un niño: “dejemos esto para mañana” y en su prisa, vio su tristeza?
¿Perdiste contacto y dejaste morir una buena amistad porque nunca tenías tiempo para llamar y decir hola?
Es mejor disminuir el paso...
No dances tan de prisa.... el tiempo es corto la música va a terminar....
Cuando corres tan de prisa para llegar a algún lugar, pierdes la mitad de la satisfacción de llegar allí.
Cuando te preocupas y te apresuras todo el día, es como si fuese un regalo que no fue abierto.
¡Un regalo lanzado afuera!
La vida no es una corrida... llévala lentamente....
Escucha la música......antes que la canción acabe...!!
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Felicidades amiga!!!

jueves, mayo 15, 2008

...los aniversarios del Colegio


¡…Rosita, Rosita, Rosita es la más bonita...!

Así gritaba la Alianza en uno de los aniversarios del colegio.
Rosa María Silva, alumna de la experimental, había sido elegida candidata a reina de las celebraciones del natalicio de José Miguel Carrera. Y dentro de las actividades, cada vez que la representante de la coalición de nuestro colegio con la Escuela de Técnicos hacía su aparición, gritábamos para lograr la diferenciación de las demás alianzas.
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Recordando estas actividades de aniversario, tenía estos artículos guardados del Mercurio de 1975, pero invariablemente me acordé de la mejor anécdota ocurrida para estas ocaiones en octubre de 1977.
En esa ocasión, estando en una reunión de la nueva alianza para dichas actividades, discutíamos acerca del nombre que nos identificaría dentro de esa semana. Determinamos, entonces, inventar una palabra que actuara como grito de guerra para aquella agrupación que habríamos de formar con la gente de Matricería y Electrónica.
Dentro de aquel staff de creativos, estaba Guillermo Candia.
Este individuo tenía una gran y extraña semejanza al Topo Gigio, personaje animado de la televisión de esos días que, cantando, invitaba a irse a la cama. Durante los años anteriores, Guillermo, mostró siempre una imagen de hombre sensato, serio y juicioso, imagen que se modificó un poco, cuando en una acalorada discusión religiosa, llegó a plantear que en la capilla a la cual asistía, pololeaban y también atracaban, ganándose de muy buen modo el apodo de atrackman. El Gigio propuso ese día, muy seriamente, utilizar la frase chupa el loly. Entre risas tal concepto y ocurrencia fue rechazada, por supuesto, pues sonaba un tanto grosera. Determinado en imponer su proposición, empezó a derivar y desarrollar otras palabras cercanas. Así expuso primero chupa el member, sin embargo no se alejaba mucho de la anterior y mantenía su total vulgaridad. Rápidamente entonces, se abrevió la primera palabra a cha’, como una manera ágil de pronunciarla, quedando así cha’ member. No obstante, mantenía una interpretación simbólica muy directa.
En su afán de salirse con la suya, empezó a utilizar variantes en su terminación como falo, palo y cráneo. De esta última obtuvo una modificación ortográfica que terminaría siendo kráneo. Posteriormente la abreviaría a krán, que unida a la primera expresión dio origen al famoso cha’krán. Entonces, la palabra fue propuesta a los jefes de alianza, sin explicarles mucho su raíz ni procedencia. No costó mucho argumento el que fuera rápidamente aceptada y, sin mayor cuestionamiento, Chakrán quedó como grito y símbolo gráfico de nuestra alianza.
Emprendimos entonces la tarea de escribir, junto a Guillermo, Bob Cuevas, Ricardo Valenzuela y varios más del grupo aquel, en diferentes tamaños de papeles, esta palabrita por todo el colegio aquel día sábado, amaneciendo el Lunes con esta incógnita, para muchos hasta hoy.
Dicho queda.
Hoy no puedo dejar de sonreír, al pensar que en el fondo ese grito, dicho igual por hombres y mujeres, tenía algo de malicia y gran vulgaridad. Aun así, lejos, se impuso por su originalidad y por lo pegajoso que resultaba oírlo.
Sé que para el futuro lector, era tan urgente como esclarecedor descifrar esta expresión. Y aunque muchos no habían podido resumir esta palabrita -o palabrota-, ahora con esta pequeña etimología se ha despejado la duda... para bien de todos.
(del libro Para bien de Todos, Cap.20)
Alea jacta est

miércoles, mayo 14, 2008

...otra reunión



Un recuerdo para este frío día de otoño.
La casa de los papás de Rodrigo Ramirez sirvió, una vez más, para juntarnos y, entre otras cosas, aprovechar de celebrar el cumpleaños de la Biby. Y aunque esta foto es de abril, tuvimos un día con bastante calor, con un buen asado y vino tinto, junto a la visita sorpresa de Manfredo, después de mucho tiempo que no nos veíamos.

martes, mayo 13, 2008

...el almuerzo más caro



Efectivamente, esta fotografía hace mención a un encuentro que se gestó en la Escuela el año 1996 en la que se suponía asitirían varios comenzales, sin embargo el quorum fue escueto y hubo que prorratear el gasto de la atención entre los que sí fuimos.
En todo caso es una buena anécdota. Aparecen además Palominos y Agustín Villanueva que eran del curso superior al nuestro.

lunes, mayo 12, 2008

...de nuestros paseos (2)

Al tradicional paseo dentro de la etapa educativa de todo colegio, se le denomina Viaje de Estudios, como una manera de sacar provecho y lograr aprendizaje del lugar al que se pretende migrar.
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Los inicios de nuestro viaje comenzaron a gestarse a comienzos del tercer año. Las alternativas de lugares eran los habituales. Los extremos de nuestro país que, por encontrarnos en el centro del mismo, nos permitía opciones más accesibles. La Serena, Puerto Montt, Arica y Chiloé se fueron dando como alternativas de viaje, sin embargo, de todos los lugares planteados, se presentó una idea muy interesante: viajar a la Isla de Pascua.
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Esta iniciativa fue propuesta por Víctor Gaete (y su papá) y generó un atractivo increíble, al tiempo que era apoyada por una peculiar foto que circuló entre los varones.
Esta fotografía del tamaño de una hoja carta, supuestamente tomada por el hermano de Víctor en su viaje a la Isla, al menos eso dijo, mostraba una bella y exótica nativa, caminando por la orilla de una playa, ataviada solamente con un pareo, luciendo en todo su esplendor, sus redondos y muy bien formados pechos desnudos. Aunque era en blanco y negro, podíamos divagar e imaginar el color del mar, de la tela del pareo y hasta el tostado de su piel. Los más fantasiosos llegaron a comentar que era habitual encontrarse con esas bellezas por las playas. Con esa imagen en nuestra retina no necesitábamos mayores argumentos que decidieran el lugar definitivo de nuestro paseo. El verdadero problema llegaría cuando lentamente la realidad hizo que el proyecto fuera decantando y pasó a descartarse por diferentes situaciones. Entre ellas la fecha de salida.
El Aquiles, el barco-transporte de la Armada en el que supuestamente viajaríamos, tenía fecha de zarpe solamente en marzo. Lógicamente el mes no era el apropiado, ya no sería verano y perderíamos clases; sin embargo, el motivo más concreto y auténtico de tener que renunciar a la empresa, fue el costo efectivo del viaje.
Por lo tanto y con una economía de un dólar a treinta y nueve pesos, se lanzó una nueva idea: salir del país hacia la ciudad más cercana allende Los Andes.
De inmediato surgió el conflicto.
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Mendoza se proyectaba como un lugar atractivo, pero más por lo comercial que por lo turístico. Ante esto, varios rechazaron la iniciativa, en una densa, acalorada e interminable discusión de matices bizantinos, y en la que una parte del curso optó por marginarse de la actividad, argumentando que, iríamos solamente a comprar zapatillas Adidas, casacas de cuero, turrones de maní y chicles Bazooka. No estaban muy lejos de esa conclusión.
Así, entonces, con medio curso a favor y el otro en contra, un día 10 de enero del año 1978 tomamos rumbo hacia Argentina, en un viaje que duró más o menos siete horas, con una larga y tediosa espera en el paso de Los Libertadores.
Ya en la ciudad, nos alojamos en una residencial de dos pisos -más terraza- que se encontraba en la calle Independencia, categoría turista, -hoy una estrella– distribuidos en tres grandes piezas.
No es difícil de imaginar lo que pasó. En una ciudad similar a Santiago, efectivamente no hubo mucho que hacer, salvo nuestros paseos por el Parque Hipólito Irigoyen, nuestra visita al zoológico, al Cerro La Gloria y a la Bodega de Vinos Giol de la cuál existe el único y polémico registro fotográfico de dicha actividad. El resto del tiempo, fue recorrer de noche las calles, disfrutando libremente de la vida nocturna del caluroso verano mendocino, ya que en Chile no se podía salir hasta tarde, por el toque de queda impuesto por el gobierno militar.
Entre esas salidas vespertinas, llegamos a convenir una ida al cine con Yerko a ver la muy esperada Star Wars -La Guerra de las Galaxias– seis meses antes que llegara a Chile y así, conocer los inicios de esa nueva generación de efectos especiales. Alucinado por la película, llegué a verla siete veces solamente en el cine y otras tantas en video, sin contar las ocasiones que la han proyectado nuevamente en televisión a través del cable. No por nada todavía me gusta la Princesa Leia.
Una de las cosas que más recuerdo de estas jornadas en Argentina, fueron los canturreos de Manuel Baeza. Este villalemanino –con algunos traslados a Nogales– se destacó dentro del curso por su habilidad para el fútbol y su siempre sufrido Palestino. Al Turco se le trató siempre de atribuir algún romance, o aventura, con la Myriam Farías, cosa que nunca sea ha comprobado. Creo que siempre le fue fiel a la Sonia, una polola y amor de ese lugar por mucho tiempo.
En la comida de despedida que tuvimos en un restaurante, nos demostró que también sabía cantar, y bien. Sus temas de Leonardo Favio y Raphael, junto a algunos boleros, nos dejaron muy bien impresionados, sobre todo por su concentración e histrionismo al cantar. Los demás comensales del lugar también deben haberse sorprendido. Cerró con broche de oro esa vez con “Si vas para Chile”, al despedirnos.
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Naturalmente, hoy todavía se recuerda aquel viaje con un dejo de disgusto y desazón pues, al no participar todo el curso, la ruptura pudo ser irreversible. Las posturas tan claras como encontradas, no cedieron y, durante un tiempo, de regreso a clases, se presentó un pequeño distanciamiento que solo fue olvidado gracias a nuestra última salida . La mejor de todas. Y esto de común acuerdo.


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(del libro Para bien de Todos Cap.13)

viernes, mayo 09, 2008

...recordando nuestros paseos (1)

Colliguay es un pequeño poblado que queda a 55 Km al interior de Quilpué. A 520 metros de altura, se encuentra el valle que se caracteriza por tener un microclima especial, con temperaturas en verano que superan los 30°C. Con algunos caseríos, es ideal para ir en la época de verano por sus diversos lugares para acampar y su gran cantidad de pozas formadas por el, a veces, caudaloso estero Puangue. El antiguo y polvoriento camino –hoy asfaltado y con luz eléctrica- y su empinada y sinuosa cuesta, no tiene nada que envidiarle al camino a Portillo, por sus estrechas curvas en muchas de las cuales la micro que accede al pueblo dos veces al día, ha de tomar doble impulso, bordeando las quebradas para poder seguir subiendo.
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En octubre de 1976 estuvimos unos días en el emplazamiento que la Asociación Cristiana de Jóvenes o Y.M.C.A. –la Guay– tiene en el sector denominado Cerro Viejo.
Circundado por quillalles, populares maquis, decorativos espinos con sus amarillas flores, curativos y muy valorados boldos, aromáticos eucaliptos y alguno que otro litre al que pudiéramos garabatear, este albergue estaba conformado por una serie de habitaciones, todas ellas de adobe, reunidas en grupos de tres piezas, en cuyo interior mantenían sendas literas para ocho personas que alojaron al curso en pequeños corrillos que se fueron dando espontáneamente. Completaban el entorno el edificio del comedor y el sector de los baños,
Armamos un grupo con Guillermo Candia, Víctor Gaete, Camilo Vallejo, Ricardo Moll, Ricardo Valenzuela y el David ‘Bob Cuevas’ Rojas. Elegimos estratégicamente nuestra cabaña que estaba en el extremo sur del recinto, así estaríamos más alejado de los profesores a cargo. Pero, las mujeres fueron más astutas, se instalaron en la última pieza que quedaba contigua a la nuestra.
Cada cabaña era una rústica estructura que había sido construida sin separaciones entre las cerchas del tejado. Una delgada cubierta en el cielo de la habitación y las gruesas paredes de barro, nos aislaban de la otra. Todo el entretecho estaba virtualmente unido para hacer circular el aire, a modo de ventilación.
Una de las noches, después de la cena, y ya en nuestro reducto, comenzamos a divagar acerca del curso y sus niñas. Los enredos y episodios amorosos estaban en un creciente desarrollo y aún no se habían formalizados los pololeos. La trascendencia de la conversación fue en aumento y las infidencias también, pero no nos dimos cuenta que, aparte de la ventilación que se generaba por aquella forma artesanal de construir, también permitían una muy buena acústica, por lo que lo expresado ahí, fue de pleno conocimiento por la última pieza. De este modo, nuestras compañeras supieron, con algo de sorpresa, cómo las imaginábamos y, lo más embarazoso, si alguno era su enamorado oculto y sufriente.

Al otro día reparamos que algo raro pasaba, pues algunas de ellas ya no nos atendían tan cariñosamente como antes, se habían tornado huidizas, algo esquivas e incluso molestas, otras, en cambio, se sentían más cercanas a aquel grupo.
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Esa fue la parte desagradable para nosotros. El destino, burlón, no tardaría en efectuar revancha.
Cerca del recinto que hacía de comedor, se encontraban los baños, los cuales fueron individualizados con un pequeño cartel para evitar enredos de ocupación. Paseábamos juntos más no revueltos. Pero, cuando el estómago no puede reprimirse y la vejiga presiona sin control, puede causar una toma de decisión que a veces sin ser la correcta, resulta por lo mucho, la más beneficiosa.
Y Jorge Malebrán así lo experimentó.
Dejemos volar nuestra mente para encontrarnos ese día y despertar con un aire limpio y puro, que produce una digestión muy acelerada y un inevitable dolor de tripas que apalean el cuerpo de nuestro protagonista, produciendo una extrema necesidad por evacuar. La visión se nubla, se confunde el sentido de orientación y para él, un baño es un baño, con o sin cartel.
En este aprieto, el Maleta ingresó corriendo a la primera puerta que logró llegar. Ya sentado y más tranquilo, comenzó su labor de achique cavilando en profundos teoremas cuánticos, normales de ese gran momento. De pronto, escuchó con asombro que el baño comenzaba a llenarse de voces femeninas que, por la mañana acudían a su aseo personal. Se me olvidó indicar que aparte de los mencionados cubículos había un sector destinado a las duchas. La situación para Jorge se tornó muy complicada.
Rápidamente puso el cerrojo a la puerta y la trabó de tal manera que fuera más difícil abrirla, si es que alguien intentaba hacerlo. Luego subió sus piernas encima del receptáculo, guardó silencio y esperó. El recinto entonces, quedó nutrido de cuerpos desnudos -y otros a medio vestir- que, entre risas y bullicio, se duchaban con agua helada.
La temperatura de los fríos cuerpos mojados se contrastaba con el sofocante sudor que corría por el rostro de Malebrán, cuya mente batallaba entre el temor que pudiera ser descubierto y mantenerse quieto para obtener la generosa visión que lograba desde unos pequeños agujeros que poseían las paredes del cubículo.
Terminada la labor de limpieza, los cuerpos fueron cubriéndose y el recinto fue desocupándose lentamente, hasta que nuestro personaje quedó nuevamente en solitario. Respiró aliviado y aunque un tanto agarrotado, se cercioró lentamente que no hubiera ninguna de las bañistas. Corrió el cerrojo y pudo al fin salir, despacio, con sus piernas entumidas y con el corazón latiendo aceleradamente.
Esta historia cierta o no, y digna de Ripley, se ha transmitido durante todos estos años, como la tradición oral más compleja al interior del curso, al punto de ser incluida dentro de los mitos urbanos y el folklore del colegio, y aunque lamentablemente no podrá nunca ser corroborada, ya que nuestro actor principal no se encuentra con nosotros, deja en evidencia que de ser así, hubo una gran fortuna o una notable imaginación. Qué cosas, ¿no?
Pero, aquel no fue el único cuerpo observado en ropa interior en el campamento.
En otra de las noches –¿o habrá sido en la misma anterior?- a estas alturas la memoria juega en mi contra, en nuestra pieza, comenzamos a echar suertes y apostar quien se atrevía a salir desnudo a tocar la alambrada que distaba de la puerta de la cabaña unos cincuenta metros. El perdedor de la juerga resultó ser Ricardo Moll.
Afuera, el silencio era intenso. La luna brillaba en un cielo limpio de nubes, puntuado por estrellas centelleantes cada vez más numerosas. Había tanta claridad aquella noche, que casi parecía de día. Llegado el momento de cumplir con lo pactado y luego de unas cuantas salidas fingidas, Ricardo se decidió por fin a efectuar el desafío a pie descalzo y ataviado solamente con su calzoncillo. La puerta se abrió lentamente para evitar hacer ruido y que se descubriera la maniobra. El viento comenzó a soplar lentamente y se oían los suspiros de los árboles del entorno. En el firmamento el cuerpo celeste enfocó al otro cuerpo, más rosado, alumbrándolo como un reflector. Ricardo corrió velozmente hasta tocar la reja y regresó.
Tras su salida, la puerta fue cerrada desde su interior, mientras mirábamos por las menudas ventanas como efectuaba el recorrido. A su vuelta y tras unos pocos minutos de mantenerla trabada más un pequeño forcejeo, le permitimos ingresar. Entre risas y aplausos lo celebramos por haber cumplido con la prueba, sin saber que también había sido observado con expectación desde la última cabaña.
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Bueno... eso nos ocurrió a nosotros, pero Carvajal también aportó con su anécdota. Su triste y célebre curadera junto a Aldo Bravo, el profesor de Artes es siempre rememorado.
Otra de las noches ¿Cuántos días habremos estado? No hay registros claros, por lo que fácilmente pudo ser el mismo día. Pues bien, ambos profesores se había dirigido al sector de El Molino, el ‘centro’ más poblado de Colliguay, a tomarse unas copitas. Al rato, un grupo de nosotros partió también hacia el mismo lugar canturreando y haciendo bromas por la oscuridad que nos rodeaba.
En uno de bares del pueblo se habían tomado varias cervezas y al salir los pilló el aire nocturno. Entonces, con algunos grados de alcohol en el cuerpo, emprendieron el camino de vuelta al campamento. En el trayecto deben haber escuchado a nuestro grupo y, dispuestos a jugarnos una broma, se escondieron en un recodo del camino, detrás de unos arbustos.
Al ir acercándonos al lugar, de súbito, vemos surgir de las sombras, dos figuras tambaleantes. Mientras uno de ellos se aproxima y nos grita: “¡¡¡..buu...!!!”. Era don Arnaldo.
Fue patético y desmañado, porque ni siquiera nos asustó. Sin embargo celebramos la broma riéndonos forzadamente, disfrazando así el desacierto cometido por una chambonada tan mala, que daba pena. Afortunadamente para él, la oscuridad de la noche permitió que no pudiéramos apreciar si su rostro se ponía rojo, como era habitual.
Después de esto, la pareja siguió rumbo al recinto. En el accidentado camino de regreso, tropezaron en varias oportunidades y auxiliándose mutuamente en cada ocasión, consiguiendo finalmente su propósito: llegar a las cabañas y poder descansar el resto de la noche.
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(del libro Para Bien de Todos..., Cap.12)

jueves, mayo 08, 2008

... un artista de la época



Buscando entre los recuerdos de aquella época de colegio, apareció un dibujo de los muchos que hizo Yerko, del tema que le apasionaba -a mi también- la 2º Guerra Mundial, especialmente los aviones.
Cosas de cabro chico dirán algunos. Puede ser, pero lo notable es descubrir en este croquis -que debe ser del año 1976- los detalles que agragaba a sus acertadas re-presentaciones de algunas películas que, probablemente, daban en aquellas tardes de Cine Triple Acción del canal 4, y que eran tomadas con el humor de aquel momento.
Podemos encontrar a grandes actores, incluyendo al jovencito de la película Ricardo Valenzuela, o al malo Pedro Sotelo, arreglos musicales de René Verger o el guión del Sr Zepeda. Muchos del curso fueron incluidos en estas obras, que hoy se guardan para la posteridad.


...en este otro, nótese los diálogos bilingues, los efectos especiales y de sonido.
Quien sabe, si hubiera seguido en este camino, nos habríamos topado con un Spielberg criollo en potencia.
Como dicen las generaciones actuales... ¡Grande Yerko!
un abrazo .

miércoles, mayo 07, 2008

...así éramos



un poco más delgados, un poco menos de arrugas, un poco menos de canas... pero nosotros al fin.
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La edad de ser feliz
Mario Quintana
Existe solamente una edad para ser feliz, solamente una época en la vida enla que es posible soñar y hacer planes y tener suficiente energía pararealizarlos a pesar de todas las dificultades y obstáculos.
Una edad solamente para encantarse con la vida, vivir apasionadamente ydisfrutar todo con toda intensidad sin miedo ni culpa de sentir placer.
Fase dorada en que podemos crear y recrear la vida a nuestra propia imagen ysemejanza y vestirnos con todos los colores, experimentar todos los saboresy entregarnos a todos los amores sin prejuicio ni pudor.
Tiempo de ensusiasmo y coraje en que todo desafío es más una invitación a lalucha que enfrentamos con toda la disposición de intentar algo nuevo, denuevo y de nuevo, y cuántas veces sea necesario.
Esa edad tan fugaz en nuestra vida se llama presente y tiene la duración del instante que pasa.

...derribando un mito

El corazón de cualquier mortal es un conjunto de contradicciones, algunas aterradoras, como sucede con las pesadillas. Todos somos, no digo algunos, sino todos, una mezcla de bondad y maldad, ateísmo y espíritu religioso, generosidad y egoísmo, valentía y cobardía, cordura y estupidez. Ernesto Sabato

No me podía quedar tranquilo con lo que me había pasado en el cementerio después de la búsqueda de la tumba de Jorge. Me quedaban algunas interrogantes, aunque tenía un dato muy valioso: la fecha de defunción. Tomé esta información y me dirigí, entonces, a mi fuente de archivos de la historia: la Biblioteca Santiago Severín, de Valparaíso.
Premunido de mi cámara, usé mi hora de almuerzo del día lunes siguiente, para salir de la duda. Solicité el tomo de enero del año 1991 de El Mercurio de Valparaíso y me dirigí a una de las mesas del lugar. Desplegué el grueso compendio buscando los ejemplares de fin de mes. La fecha de sepultación del cementerio indicaba 26 de enero.
Partí por el día 24, jueves, buscando en todas sus páginas y deteniéndome principalmente en el obituario. Nada que indicara alguna muerte en condiciones extrañas. Seguí el 25, con igual resultado. El 26 de enero, sábado, apareció en la crónica, en la parte superior del diario el siguiente titular: Reo se suicidó en la cárcel de Valparaíso. ¿Reo? ¿Cárcel?
Leyendo el pequeño texto de dos columnas habían varias cosas que no me cuadraban de acuerdo a todo lo escuchado en estos treinta años.
Primero, hablaba de una persona que cumplía condena, por abusos deshonestos (?) jamás se ha mencionado esto dentro de nuestras conversaciones. Más adelante señalaba algo más raro aún, que tenía 20 años. Si todos egresamos el 78, tendríamos entre 17 a 18 años, menos la Biby que rondaba los 16. Si mis cálculos no me fallan, a menos que Carvajal nos haya enseñado mal, del 78 al 91 son 13 años, o sea Jorge –y la mayoría de nosotros- tendríamos a enero de ese año entre 30 y 31 años, no los 20 que menciona el diario.
Luego acota... El hallazgo del cuerpo lo hizo uno de los reos de la celda ocupada por el suicida, quien dio el aviso a las autoridades de Gendarmería, quienes no entregaron versión oficial de este hecho (sic).
Quedé igual que ustedes. De hecho tomé una foto –aprovechando la tecnología- para leer con más calma y buscar entre líneas si las hubiera.
Lo primero que se me vino a la cabeza era la famosa frase, no sé si completamente vigente aún de El Mercurio miente. Después de todo, la diseminación de desinformación es un elemento necesario que usan los medios de comunicación para encubrir los hechos verdaderos. Definitivamente lo expresado ahí no concordaba con lo que siempre se comentó en nuestro círculo. Esto –además- echaba por tierra todo mi planteamiento anterior.
La Fancy nos dice: En la vida todo es y nada es. Nuestras vidas son una suma y resta de sucesos que nos tocan el alma y damos giros en torno a ellos, pensando que todo será para mejor y que la vida seguirá sonriéndonos. Y como nada sucede por casualidad, justo me encontraba leyendo un texto de Douglas Coupland, que hablaba de este tema.
Este autor canadiense, que acuñó el término Generación X, considerado una especie de gurú sociológico, editó su primera novela en 1991 –que lleva este nombre- y en ella llevaba a la práctica toda la teoría ideológica y moral (o mejor, amoral) de la generación que daba nombre a su trabajo y que servía de marco para definir el rumbo social y vital de un gran colectivo de jóvenes (americanos) que a principios de los noventa se acercaban o ya habían caído en el agujero negro de los treinta años.
Aunque se debaten las fechas exactas que definen a esta generación, se suele considerar rangos como 1963-1978 o 1961-1980. También se ha definido como las personas que vivieron sus años de adolescencia en los años 1980. Hay quien generaliza y considera que esta generación es la que ha vivido de todo: desde las TV en blanco y negro, a los HDTV más nítidos, o gente que ha jugado a las canicas, a la cuerda y al Playstation. (Fuente Wikipedia)
¿Les parece conocido? Bueno, el término se acuñó para definir una serie de conductas en los jóvenes (principalmente británicos) que rompían las pautas y costumbres anteriores. Actitudes como no creer en Dios, tener relaciones sexuales antes del matrimonio y no respetar a sus padres. Por tanto, se trata de un concepto más cultural que demográfico, que no describiría el conjunto de todas las personas de todos los países del mundo que nacieron en una determinada generación.
¿Y que tiene que ver esto con Jorge Malebrán? Nada, o tal vez mucho, pues esta información encontrada –la de la muerte- aunque no fuera cierto, debía tener una explicación. Por otro lado no era menos cierto que aunque lo dejamos de ver hace treinta años y para la fecha de su muerte muchos estábamos en nuestros primeros trabajos, con nuestros primeros hijos o nuestras primeras esposas... (algo de humor para restarle tanta seriedad al tema) y Jorge, al igual que el protagonista del libro arriba citado, puede haber quedado reducido a seres perdidos en una continua huida. De una manera o de otra, su vida ha ido prescindiendo de cualquier tipo de obligación o responsabilidad. Todo ello en un intento de buscarse a sí mismo al margen de las pautas sociales establecidas. Resulta significativo que estos personajes desprecien toda forma de poder económico y más significativo aún que se hayan establecido en el desierto, metáfora de la austeridad más absoluta e hipérbole del antisistema: soledad, abandono y no-consumismo.(sic)
Es cierto. Lo reconozco. Son conjeturas, supuestos e imaginaciones propias, pero ¿cuál es la justificación de una persona para tomar la determinación de suicidarse? Tampoco lo sabemos. Y como, además, no sabemos nada de la familia de Jorge, no hay quien corrobore estos argumentos.
La verdad es que con esto que les he escrito es como un dilema de conciencia entre lo obligatorio, lo posible y lo que me salía del corazón y lo que me sale del corazón es reflexionar todas las emociones vividas.
Pablo Fica en su encuentro con Víctor comentaba... El tiempo nos aleja. El tiempo pasa rápido. No me gusta mucho que esto suceda, pero es la realidad.
Sigo intranquilo con lo de Jorge. No sé si seguiré buscando. No sé tampoco, si vale la pena. A veces prefiero una locura que me entusiasme a una verdad que me derribe.
Un abrazo

Lucho

martes, mayo 06, 2008

La búsqueda de Jorge (...o confirmando parte del mito)

Me acuso –antes que todo- no me acordé de llamar a Víctor para esta historia, ya que habíamos quedado en hacer la búsqueda juntos.
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El 1 de marzo de este año, la Fancy haciendo limpieza de fines de verano –debo pensar que los inviernos también hace lo mismo-, encontró un archivador lleno de recuerdos del pasado. Entre muchos documentos, fotografías, cuentas y boletas olvidadas, apareció una información que por mucho tiempo andaba buscando: la ubicación de nuestro Malebrán. Su texto indicaba que se encontraba en el Cementerio Santa Inés de Viña del Mar, con fecha de sepultación de 26 de enero de 1991, en Tierra Adulto, corrida 3, sepultura 35, cuartel dieciocho.
Este fin de semana me tocó asistir a un funeral en dicho cementerio y después de los trámites de rigor, decidí, ya que llevaba en mi billetera un recorte con la dirección anotada, emprender la búsqueda.
La tarde, aunque fría, vislumbraba un sol que, a ratos, prodigaba algunos grados extras de calor, mientras una densa neblina, se veía a lo lejos cubriendo los altos edificios de la Avenida Perú y San Martín.
El término de las exequias a las que había asistido, me dejaron ubicado en la mitad del empinado acceso al camposanto. Me acerqué a un guardia y pregunté por la ubicación de acuerdo a las coordenadas entregadas.
- Más arriba – me dijo amablemente. ¿Todavía más pensé?
Inicié mi nuevo ascenso, pasando las grandes construcciones de nichos abarrotados de flores y con gente que acompañaba un momento a sus difuntos. Más arriba, detrás de unas largas y amplias edificaciones, estaba –efectivamente de acuerdo a lo señalado- el sector de sepulturas en tierra.
En hileras bien ordenadas, se presentaban una serie de sepulturas a ras de tierra con lápidas dispuestas verticalmente, cada una con sus nombres y números. Me detuve un momento y giré hacia la ciudad. Mientras secaba mi traspiración me di cuenta que estaba –literalmente- en la punta del cerro. –Será fácil- me dije al ver los números en las losas-, sólo tengo que ubicar el cuartel 18 y encontrar el número 35 de la tercera corrida.
Empecé la búsqueda y continué subiendo. De pronto el primer inconveniente, el cuartel 18 no estaba señalizado tan claramente como lo suponía. Tendría que ubicar TODAS las sepulturas 35 y localizar la que precisaba. A esas alturas de la tarde -y del cerro- ya estaba completamente acalorado.
Recorrí, entonces, todos los cuarteles y busqué todas las corridas número tres, verificando cada uno de los nombres que estaban inscritos en las tumbas número 35. Ninguna de ellas correspondía. Sin embargo, tampoco estaba seguro de que estuviera realmente en el cuartel 18.
En eso, aparece la salvación. Un guardia en moto-todo-terreno, efectuaba su última ronda. Le hago unas señas y logra detenerse. Al acercarme distingo que –coincidentemente- era el mismo personaje de la consulta anterior. Debe haber visto mi cara de agobio y cansado de buscar, por lo que decidió hacerlo conmigo. Sin embargo, al rato noté que estaba tan perdido como yo, pues concluyentemente la numeración de los cuarteles estaba muy borrosa, o simplemente no existía.
Entonces surgió una señal: un pequeño mojón con un número 18 pintado a mano. Lo logramos -dije- y afinamos la búsqueda en el sector: número 35, tercera corrida.
- A ver, esta es-, me dice señalando una lápida cubierta con flores y helechos. ¿Cómo me dijo que se llamaba la persona?
- Jorge Malebrán- le contesté al punto que hacía a un lado las ramas.
En aquel momento aparece escrito un nombre femenino, que –obviamente- no correspondía al que afanosamente buscaba.
No podía ser. ¿Se habría equivocado la Fancy? ¿Merecería mi amiga en esos momentos mi desprecio, un par de groserías y eventuales descomedimientos por darme una dirección equivocada? Respiré nuevamente mirando como avanzaba la bruma hacia Viña del Mar. Tal vez eso me calmaba un momento.
El guardia, tomó su aparato de radio y se comunicó con la administración solicitando la confirmación de esta personal pesquisa. Mientras, me dediqué a observar alrededor notando que las fechas eran todas de hace cuatro años atrás y, según la data de fallecimiento –también de acuerdo a la información proporcionada por la Fancy- era del año 91.
- ¿No lo habrán exhumado? – pregunté. Las tumbas tienen fechas muy nuevas.
Por la radio dieron la respuesta que yo no esperaba
- Que la persona baje a hablar en administración directamente mejor- indicó la voz.
- Es mejor que vaya rápido, cierran a las 17 y faltan dos minutos. Aunque yo creo que lo esperarán.
Agradecido de su ayuda bajé rápidamente, pensando que eso era lo primero que debí hacer.
Ya en la oficina de la administración, una rubia –no natural por lo demás- me esperaba con cara de pocos amigos junto a otro guardia. Le expliqué mi intención de la búsqueda a grandes rasgos, haciéndole ver que por la fecha y el lugar donde rastreaba, bien pudieron haber reducido los restos y haberlos cambiado de lugar. Agregué, además, que disculpara la hora y, haciéndome el simpático, le dije que no quería abusar de su tiempo, y que podría venir en otra ocasión.
Al parecer apelé a su buena voluntad, tomó un gran libro y buscó por unos minutos. El reloj de la oficina marcaba las cinco y diez de la tarde.
- Si -me dijo sonriendo- fue cambiado de lugar. Está en otro cuartel. Le daré la dirección. Y en un pequeño papel cuyo rotulo indicaba Certificado de Ubicación me entregó los datos.
- Yo le ayudo a llegar- se ofreció el otro guardia
Agradeciendo una vez más a la joven, emprendimos nuevamente cuesta arriba. A transpirar otra vez. En esta ocasión el guardia, papel en mano, me guiaba entre las sepulturas. El lugar en cuestión se encontraba a medio camino del anterior, en una gran construcción llena de pequeños nichos de reducción, justamente a mi izquierda de donde había decidido empezar la búsqueda.
Ahora buscábamos el cuartel 9, nicho 239, sector muralla. En este recinto, las numeraciones también nos acompañaban, pues estaban correlativas y mucho más definidas. Sin embargo el nombre no aparecía.
Revisamos lentamente... 236, 237, 238, 240. El número en cuestión no estaba. ¿Otra vez error de transcripción? Me detuve a mirar más resuelto y entre las lápidas -todas con sendas inscripciones de los noventa y tantos- se presentaba una allá en lo alto, sin cubierta, solo toscos ladrillos y un par de jarrones de greda con flores secas. Me empiné para girar estas vasijas, pensando que podrían ocultar algo detrás.
La tumba encaramada en el largo complejo de nichos se veía olvidada, definitivamente abandonada. Al voltear el jarrón apareció pintado toscamente a mano el nombre Jorge. Solo el nombre, sin apellido, ni fecha, ni nada más que lo identificara.
- Esta es -le dije- al guardia. Estoy seguro, auque no diga nada más.
Le di las gracias y quedé un momento a solas.

P’tas que me costó encontrarte Jorge- le dije mientras recuperaba aliento- pero, lo logré. Se hacía necesario un poco más de esfuerzo para definir el lugar donde estás. Tal vez era una manía mía o bien, como lo dije anteriormente, me siento un militante de la memoria. No creo que sea casual que lo haya encontrado, todo tiene sentido en el día a día.

Estuve con el Maleta un rato en silencio pensando en su vida. Año 1991. ¿Qué había estado haciendo yo en esa fecha? Era enero, disfrutaba de las vacaciones, pleno verano. Jorge tendría cerca de 30 años. ¿Dónde estaba? ¿Qué hacía realmente? Tanta interrogantes.

Habría que buscar más y... no sé, talvez propondría al resto del curso juntarnos para hacerle una lápida como corresponde. Miré la hora, ya iban a cerrar el recinto. Había logrado encontrarlo y satisfacer mi curiosidad después de tantos años, pero la tarea no estaba completa. Seguiría una etapa más.
Abril 2008

Jorge Malebran (...o El Mito tras el amigo)

Nota: este texto lo escribí antes de efectuar una pequeña investigación, para aclarar la verdad de este tema que llamé El Mito tras el Amigo
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Antes de iniciar estas líneas debo ser honesto, no tuve la oportunidad de haber estado junto a Jorge en algún grupo de trabajo, o en alguna correría, por ello no llegué a conocerlo más profundamente. Sin embargo, a través de los años, he ido pensando en esa extraña aura que se fue generando y que dio lugar a una multiplicación de historias e invenciones, amasijo de andanzas y ficciones, mezclas de mitos y verdades, que poco a poco hemos conocido, no siempre en su totalidad e invariablemente por diversas fuentes.

Al menos por ahora, lo que muchos de nosotros sabemos, es que Jorge Antonio Malebrán Cortés, el negro, -el Maleta-, fue una persona callada, de carácter introvertido y reservado, de condición modesta y esforzada, que nunca estuvo en la directiva, ni figuró en los primeros lugares del curso, tampoco se destacó mucho en los diferentes ramos, es más, diría que le costaba un poco las materias habituales -matemáticas, física, castellano o inglés-, sin embargo, junto al resto de nosotros, salió adelante y pudo terminar los cuatro años de enseñanza media sin mayores problemas.
En resumen, fue un compañero que tuvo un tranquilo y discreto paso por el curso. De los cuatro años que estuvimos compartiendo junto a él -unos más cercanos que otros-, no ahondamos mucho en su historia personal.
De hecho, al interior del curso, muchas veces, nuestra comunicación se desarrollaba dentro de la simpleza que significaba el vernos diariamente y compartir minucias y frivolidades que se generaban por la edad –y la época- que estábamos viviendo, y aunque nuestra amistad se tornaba sencilla, espontánea y franca, igual sembró algo en nuestras vidas que permitió que, aun hoy, nos reencontremos y ya sin reservas, nos desenvolvamos relatando y detallando hechos de nuestras vidas que nos accedió a conocernos mucho más.

A partir de diciembre de 1978, posterior a nuestra Licenciatura y egreso del colegio, Jorge empieza lenta y forzosamente la pérdida de contacto con el curso. Y puedo suponer que es aquí, también, donde se empieza a generar esta historia.
Algunos la han asemejado a una gran gesta que mantuvo en la lucha contra los poderes del estado, junto a otros muchos personajes anónimos, extraños y ajenos a nuestro diario vivir, que integraron aquel famoso grupo armado, revolucionario por constitución, y que llevaría a nuestro amigo a un trágico desenlace.
Y me refiero al Frente Patriótico Manuel Rodríguez, grupo armado insurrecto y agitador, en cuyo pensamiento se lee: ‘...tiene (el Frente) como base ideológica la concepción materialista de la sociedad, asumiendo la teoría del marxismo leninismo como principal instrumento de análisis y guía para la acción, y al Rodriguismo como la forma y la experiencia concreta en que aplica esta herramienta en la lucha, de acuerdo a la realidad política, histórica y cultural del país.’ (sic)

En la medida que pasa el tiempo, más me inclino a pensar que nada sucede por casualidad. No existe la suerte. Hay un significado pequeño detrás de cada pequeño hecho que vivimos. Quizás no pueda ser visto con claridad de inmediato, pero lo será antes de que pase mucho tiempo. Y por otro lado, creo que la relación de los grandes hombres a veces influye en la vida de otros más pequeños que, con el correr del tiempo, los hacemos grandes.

Por ello, me aventuro a especular –aun con grandes posibilidades de equivocarme-, que dos de los forjadores de la independencia, figuras de la patria vieja, nuestro pater José Miguel y el mítico guerrillero, estuvieron de algún modo relacionados en la vida y el sentir de Jorge.
Primero Carrera, cuyo nombre inscrito en nuestro colegio, podía dejar vagar su espíritu en los pasillos y aulas del recinto. Con su gran energía, sería el forjador de la Independencia, pues este gran patriota es el que lanza el primer grito de Libertad y Soberanía, ya que ha culminado la magna obra de crear una estructura administrativa para un País Soberano y ha puesto en marcha todas las instancias necesarias para su funcionamiento, un modelo administrativo que sería utilizado por O'Higgins en su posterior mandato. Razón suficiente para que todo chileno debiera recordarlo como el Primer Padre de la Patria.
En sus memorias, Neruda nos indica que José Miguel Carrera, como Bolívar y algunos otros de los libertadores, salieron de la clase aristocrática criolla. Los intereses de esta clase chocaban vivamente con los intereses españoles en América.
La vida de Carrera fue corta y fulgurante como un relámpago. Su personalidad fascinante atrajo los conflictos sobre su cabeza como un pararrayos atrae la chispa de las tempestades. Al final fue fusilado en Mendoza por los gobernantes de la recién declarada República Argentina. Pero sus deseos eran libertar a Chile y en este empeño precipitó guerras y guerrillas civiles que lo condujeron al patíbulo. La revolución en aquellos años turbulentos devoró a uno de sus hijos más brillantes y valientes. (Pablo Neruda – Confieso que he vivido)
Y luego Manuel Rodríguez, cuya amistad con don José siempre guardaría desde sus días de compañeros en el Colegio Carolino de Santiago, sería el hombre que se encargaría de atizar la llama de la libertad en Chile. En sí un luchador incansable

La lejanía que tuvo Jorge a partir de nuestro egreso, se confunde en este comienzo de entregarse ideológicamente a la lucha contra el régimen Pinochet.
De cierto es que en los cuatro años que estuvimos en el colegio nunca se habló de política, como así también nunca se manifestaron nuestros sentimientos de aprobación o rechazo al gobierno imperante, con excepción de un par de bromas a Ricardo Moll.
Y, a pesar de nuestra cercana relación con los estudiantes de la Escuela de Técnicos, en muchos de nosotros no se determinó el color político hasta después de haber ingresado a la Universidad. Ni siquiera estuvo en nuestra mente el pensar que varios de los llamados ‘sapos’ actuaban libremente dentro del recinto, circulando totalmente ignorados para nosotros, como fue el caso del Huaso Molina o Ivar Vargas.
No fue sino con el correr del tiempo y en las continuas conversaciones que hemos mantenido después de terminado nuestra educación media, que nos dimos cuenta a que sector nos habíamos acogido, ya sea por simpatía -o por empatía- y fuimos capaces de sorprendernos al encontrar hechos y acciones de compañeros, condiscípulos –amigos en fin- que vivieron las dos caras de la moneda aquellos complejos años del régimen militar.
En el caso de Jorge, se fueron generando numerosas narraciones que vincularon su participación en algunas gestas semi-heroicas, o hechos de lucha, tales como el ataque a la comisaría de Gómez Carreño, una posterior huida hacia Argentina o, incluso, su muerte –violenta por lo demás- en algún tipo de enfrentamiento con la policía.
Muy poco de eso era cierto.
Quien más sostuvo cercanía en aquellos días fue Guillermo Candia. De hecho estuvo junto a él hasta en los últimos minutos, a riesgo de verse perseguido por la CNI, o la policía, que mantenía el hogar donde Jorge residía vigilado por su presunta participación en estos hechos de violencia.
Pero, según cuenta Guillermo, Jorge nunca estuvo más abandonado, solitario y desolado que en esos últimos momentos. Sus camaradas le había dejado solo, no contaba con el apoyo de su familia y muchos de sus amigos le habían torcido la mano.
Es probable –y acá continuo mis conjeturas- que haya sentido un dolor profundo porque escogió mal, porque se equivocó o, simplemente, porque se dejó llevar por la pasión y las prisas. Muchas veces, con esto, nace en nosotros un sentimiento de pena o de amargura por acontecimientos que no estaban en nuestras manos y que no habríamos podido evitar nunca
Y el desenlace se produjo.
Epícteto, un sabio que vivió entre los siglos I y II después de Cristo, en uno de sus escritos invita a distinguir entre las cosas que dependen de nosotros, y las que no están en nuestro poder. Cuando tomamos las cosas que están en nuestras manos y nos equivocamos, nacen un sinfín de sentimientos. Y nos da pena, rabia o remordimiento por lo que hicimos o lo que dejamos de hacer. El resultado, sin embargo, será una mezcla entre lo que yo he decidido, lo que estaba en mis manos, y las mil conexiones de la vida que ya no dependen de mí. En otras palabras, los mil juegos “del azar” que se entrecruzan y que llevan a resultados que nos sorprenden, sea por el dolor no esperado, sea por alguna ayuda no prevista que llega en el momento justo y que nos ayuda en una situación especialmente difícil.
Quien reconoce la diferencia que existe entre lo uno y lo otro- continua diciendo-, vivirá sabiamente. Trabajará por hacer bien eso que está en sus manos. Acogerá, con serena resignación, aquello que “ocurre” sin haber podido hacer nada por evitarlo.

Jorge encontró la paz en el suicidio. Al menos eso cuentan.
El medio que ocupó para arrancar de este mundo no es importante. Tal vez solo quiso escapar, acabar con todo. Silenciar su voz y tranquilizar su corazón. No lo sabremos nunca. Tenía 25 años. Un cuarto de vida que se le fue en una pestañeada y que truncó sueños de familia y esperanzas personales ya apagadas.
Y su funeral que bien pudo haber sido en silencio, apremiado, triste y con una restringida asistencia de personas que acompañaron sus exequias hasta el Cementerio Santa Inés en Viña del Mar no contó con nosotros para despedirlo como era debido.
No tenemos claridad aún de la fecha exacta y del sitio preciso en el que reposa. Pero más allá de estos detalles, es que el Maleta está en nuestro recuerdo, ya que en cada reunión lo hemos traído repetidamente a nuestra memoria y nos brinda una grata evocación al tenerlo presente.
Toda vida humana es una llamada no solamente a la existencia, sino que encierra en sí misma una misión determinada, aunque a veces escondida para nosotros. A veces nos preguntamos el por qué de las cosas que suceden, yo cambiaría esa pregunta a un para qué , tal vez para ninguna de ellas tengamos una respuesta absoluta y solo con el pequeño fundamento de nuestras creencias, cada uno podrá responder en gran medida estos cuestionamientos.
Jorge fue el primero de los treinta y siete que se fue. El primero que se nos adelantó. A él le siguió Camilo y el resto de nosotros estamos a la espera. Ambos nos dejaron su ejemplo de vida. Uno, luchador social, otro un padre y trabajador ejemplar. Todos tendremos algo que dejar a nuestros amigos de siempre para que nos conversen en las futuras reuniones y para cada uno habrá una historia que contar.
Esta es la de Jorge, la del Maleta. Tal vez no sea tan apegada a la realidad o a los hechos reales. Tómenlo sólo como mi aporte o como una manera de honrar la memoria de un amigo de juventud.Un abrazo Jorge, en donde quiera que te encuentres... en paz.
Septiembre 2007

lunes, mayo 05, 2008

...los que no están...


algunos en el extranjero, y otros no están presentes, pero los recordamos siempre. Un pequeño ejemplo de cada uno, aunque las fotos no están muy buenas. No importa.
...la década de los cuarenta tiene el encanto, el entusiasmo y la madurez que se requiere para tener una actitud positiva frente a la vida, para disfrutarla.
Ximena

Las ocho diferencias...


Sábado 16 de diciembre de 1978


Sábado 13 de octubre de 2001

Asistimos a un gran colegio no tanto para adquirir conocimientos, como por sus artes y costumbres. Por el arte de llevar a cabo lo que es posible dentro de un tiempo dado, por el gusto, el divertimento el valor mental y la sobriedad intelectual. (...del discurso de los 30 años de la Sede)
Las diferencias son que faltan Maritza Plaza, Jorge Malebran, Juan Hernández, Víctor Gaete, Miguel López, Gonzalo Arancibia, Ricardo Valenzuela y Pablo Fica. ¿O ustedes pensaban que eran las canas, los kilos extras, los pelos de menos y las arrugas? Como ven, no hemos cambiado nada. Sólo el edificio, que lo estaban reacondicionando. Lógico, después de treinta años todos necesitamos un cambio de look.

viernes, mayo 02, 2008

...otra vez...


así es, otra vez retomo este blog. Lo tenía un tanto olvidado por el trabajo, por el poco tiempo que me queda a la hora que hago esto... la del almuerzo... y por diferentes factores. Pero, acá vamos de nuevo. Y que mejor que presentar el colegio como estaba en nuestro época de estudiantes.

Este año se cumplen los 30 años de egreso del colegio. Si, t-r-e-i-n-t-a, una edad madura como lo mencionaba en el discurso con motivo de los treinta años de la Sede -aquél memorable día de Octubre del 2001- , tal vez no sean tantos años, pero una cosa es haber recorrido más camino y otra es haber caminado más despacio.

Este año, además, he decidido convertirme en un militante de la memoria y aunque algunos me digan latero, me comprometo en mantener el contacto y seguir haciéndolo por mucho tiempo.
Rogel comentaba hace unos años atrás, que le emocionaba saberse parte de una gran familia, que son todos ustedes y Fancy agregó en otra oportunidad que las amistades que nacen desde el corazón no tienen tiempo de vencimiento.

Creo que nuestro Loco Fernández se expresa mejor para indicar lo que sentimos por este curso...son tantos los recuerdos de profes, perspectivas de vida, esfuerzos, alegrías... en fin es hermoso recordar cómo fuimos incluídos en un proyecto tan hermoso como fructífero. Es emocionante ver como hemos crecido con ese espiritu crítico y positivo, esa creatividad auto-sustentable, esa humanidad dificil de encontrar. Ustedes son mi mejor regalo de vida en cuanto a amigos, creo que la vida es hermosa junto a ustedes. Gracias por todo, TODO.
Haré un esfuerzo para mantener activo este blog, al menos semanalmente, con sus aportes y comentarios y les mostraré unas cuantas sorpresas que he encontrado.
Veremos que sale después.

un abrazo a todos