martes, agosto 16, 2005

Camilo

Este es un pequeño homenaje a nuestro compañero, que se nos adelantó. El texto es parte de todos lo que escribieron y que nos expresa el sentir por la partida de alguien realmente querido.
un abrazo a todos

Amigos:

Son muchas las cargas de la vida; muchas las que nos imponemos culpablemente o no, y muchas las que otros nos imponen de igual manera. Cristo, como buen amigo, no pasará sin darnos una mano para “aliviarnos” y para que nuestro yugo sea “blando y ligero”.
Las almas sencillas se liberan de rencores y de intrigas tan inútiles cuanto pesados. Las almas mansas y humildes, a ejemplo de Cristo, llevan sus propias cargas con paciencia y amor, con alegría, como si no pesasen e, incluso, tienen la fuerza para ayudar a los demás a llevar las propias. Son esas almas recias las que viven sonriendo y tendiendo una mano al prójimo necesitado. Su grandeza es su pequeñez. Son mansas y humildes de corazón. Camilo nos dio ese ejemplo de cargar con paciencia y amor su carga, y se entregó a Él con confianza.
A veces quisiéramos encontrar en Él un descanso al final de una agotadora jornada de trabajo; el consuelo tras un revés o fracaso en nuestra vida; la paz y serenidad cuando el ambiente nos engulle en su afán competitivo y deshumanizador.
Para Dios nuestro sufrimiento, sobre todo la muerte, debería ser el gesto más hermoso de nuestra entrega a él, a su Voluntad. Dios quiera que nunca el sufrimiento y el dolor nos descorazonen, nos aparten de él, susciten en nosotros rebeldía, nos hundan en la tristeza, nos hagan odiar la vida.
Dios siempre consuela y llena el corazón de paz a pesar del sufrimiento y del dolor. Es difícil entender a Dios, ya lo hemos escuchado muchas veces. Si recibimos los bienes de las manos de Dios, ¿por qué no recibimos también los males?
Camilo se nos adelantó pero nos queda el recuerdo de su amable sonrisa y gran corazón, un hombre verdaderamente noble. Al abrazarnos hoy en este dolor mutuo, hagamos que brille por siempre la sonrisa de Camilo en nuestros recuerdo, pidiéndole a Dios que nos conceda poseer una gran profundidad en nuestra vida para poder tener conciencia de nuestra debilidad, y, sobre todo, nos conceda un gran anhelo de vivir a su lado.
Querido Camilo, Dios te ha bendecido, liberándote del sufrimiento de la enfermedad, ahora debes estar pleno, junto a Él, confiado al amor de Dios. Muchos te debemos el beso y abrazo que no alcanzamos a darte con cariño, pero siempre estarás a nuestro lado.
Su corazón era gigante. Su alma podía volar muy alto. Estamos seguros que al llegar al cielo, Camilo reconocerá al Señor cuando Él lo llame por su nombre.
Con este ejemplo nos queda ahora el modo como queremos vivir y aceptar lo que el Señor nos ha dado. Y comunicar lo que creemos con fuerza, con ingenio, con el ingenio del amor, porque Él no mira las apariencias sino el corazón.
Te queremos, tus compañeros de curso